Viajar más sano: aprender a soltar el control
En una entrevista reciente con El Confidencial, el psicólogo especializado en viajes Javier Labourt compartió una reflexión que toca a muchos viajeros: ¿qué pasa cuando las vacaciones, en vez de relajarnos, se convierten en una fuente de presión?
Según Javier, esta experiencia es mucho más común de lo que pensamos. Viajar implica expectativas, planes y hasta mandatos sociales que, si no se gestionan, pueden terminar generando más ansiedad que disfrute.
La presión de “aprovechar al máximo”
En la entrevista, Javier explica que muchas veces la gente siente la necesidad de ver todo, fotografiar cada rincón y seguir rutas al detalle. Este comportamiento suele estar relacionado con el FOMO (fear of missing out), el miedo a perderse algo.
En sus palabras: “La necesidad de ver todo, hacer fotos en cada rincón y seguir rutas al milímetro está muy relacionada con el FOMO. Ese miedo a perderse algo responde, según él, a una ilusión de control.”
Es decir, buscamos controlar hasta el último aspecto del viaje, cuando en realidad lo que más necesitamos en vacaciones es lo contrario: espacios para soltar el control.
El viaje como espejo de nuestra vida cotidiana
Lo interesante de la mirada de Javier es que conecta la forma de viajar con la manera en que nos relacionamos en el día a día. Muchas personas que llevan rutinas exigentes, con agendas llenas y poco margen de flexibilidad, tienden a reproducir esa misma lógica al viajar.
En lugar de descansar, trasladan la presión de cumplir objetivos al nuevo contexto: hay que ver todos los museos, probar todos los restaurantes recomendados, visitar cada lugar “imperdible”. Y si no lo hacen, aparece la frustración.
Viajar, entonces, deja de ser un placer y se transforma en otra lista de tareas.
La propuesta: soltar y crear espacios
Javier plantea que un viaje más sano implica dejar espacios libres, aceptar lo imprevisto y permitirse improvisar. No se trata de no planificar nada, sino de encontrar un equilibrio.
En la nota afirma: “Para viajar más sano hay que tener espacios para soltar el control.” Esta frase resume su enfoque: viajar puede ser una oportunidad para practicar lo que muchas veces nos cuesta en la vida diaria —ceder, abrirnos a lo inesperado, disfrutar sin calcular.
Consejos prácticos para viajar con menos presión
A partir de su mirada, podemos pensar en algunas estrategias simples para aplicar en el próximo viaje:
- Planificar lo justo y necesario: elegir un par de actividades centrales y dejar huecos libres en la agenda.
- Aceptar que no se puede ver todo: priorizar lo que más resuene con cada persona y dejar de lado lo accesorio.
- Viajar para uno, no para la foto: usar la cámara como recuerdo, no como obligación de documentar cada segundo.
- Escuchar las necesidades del cuerpo: descansar cuando se está cansado, comer cuando hay hambre, aunque no encaje en el plan.
- Abrazar lo inesperado: dejar espacio para perderse en la ciudad, descubrir un bar local o charlar con gente nueva.
Un cambio cultural necesario
La reflexión de Javier conecta con algo más profundo: cómo la sociedad valora la productividad y el rendimiento incluso en contextos de ocio. Viajar se vuelve, muchas veces, una forma de “mostrar” logros en redes sociales, más que una experiencia personal.
Cambiar esa mirada no solo nos ayuda a disfrutar más de los viajes, sino que también puede tener un impacto positivo en nuestra salud mental y en el modo en que nos vinculamos en la vida diaria.
Este artículo resume algunas de las ideas principales que Javier compartió en la entrevista con El Confidencial. Podés leer la nota completa haciendo clic aquí.
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