Los riesgos de dejar que la inteligencia artificial planifique tu viaje: reflexiones críticas

En un mundo donde la inteligencia artificial está irrumpiendo en casi todos los ámbitos de la vida, un nuevo debate toma fuerza en el ámbito del turismo: ¿qué sucede cuando dejamos que la IA planifique nuestras vacaciones? El artículo “The perils of letting AI plan your next trip” de BBC Travel advierte sobre los riesgos inherentes de delegar decisiones de viaje a algoritmos. Desde el psicólogo de viajes Javier Labourt, esta tendencia se convierte en motivo de reflexión: ¿hasta qué punto la tecnología puede reemplazar la sensibilidad humana en el acto de viajar, sin sacrificar autenticidad, conexión y salud emocional?

Automatización vs experiencia humana

La planificación automática puede parecer una solución eficiente: rutas optimizadas, recomendaciones personalizadas y logística cuidada. Pero Labourt advierte que el viaje no puede reducirse a un cálculo. Cuando la IA planifica, muchas decisiones emocionales quedan excluidas: elegir una ruta por intuición, detenerse ante lo imprevisto, cambiar el rumbo por un presentimiento.

El peligro radica en que la IA no “siente” el viaje. No detecta tu cansancio, tus emociones, tus zonas de incomodidad. Si no hay espacio para la subjetividad, el itinerario se vuelve rígido, sin margen para lo espontáneo. Eso convierte al viaje en una experiencia predecible, aséptica: “Viajar no puede ser un algoritmo perfectamente optimizado”, suele decir Labourt en sus charlas.

Riesgos psicológicos del turismo algorítmico

Delegar al algoritmo puede generar:

  • Desconexión emocional: la sorpresa y la tensión suave que despiertan emoción desaparecen cuando todo está preprogramado.
  • Aumento de expectativas: cuando la IA promete “la mejor experiencia”, la presión de que todo salga perfecto crece.
  • Reducción del sentido de agencia: sentirse protagonista de su propio viaje pierde fuerza.
  • Posible sesgo o estandarización: muchas IAs recomiendan lo más similar, repetido o rentable, dejando fuera rutas alternativas o locales auténticos.

Labourt sugiere que el viaje diseñado por IA puede funcionar como una caja bonita, pero fría, y perder el pulso humano que lo transforma en algo significativo.

Estrategias para proteger la esencia del viaje

A partir del análisis crítico, Javier recomienda:

  1. Usar la IA como herramienta, no como oráculo
    Permitir que sugiera rutas o alternativas, pero dejar decisiones importantes en manos propias.
  2. Dejar grietas en el plan para lo improvisado
    Reservar días o momentos sin itinerario, para que lo imprevisto ocurra.
  3. Practicar la presencia emocional
    Tomar pausas conscientes para sentir lo que ocurre, desmontar el piloto automático y reconectar con el entorno.
  4. Elegir con criterio humano
    Priorizar locaciones menos conocidas, conexiones locales, espacios que resuenen contigo, aunque no sean los “mejores vistos por la IA”.
  5. Reflexionar post-viaje
    Identificar qué momentos cocreados humanamente generaron emoción real, para aprender a distinguir lo potente de lo superficial.

Tecnología y naturaleza humana: tensión necesaria

La IA no es enemiga del viajero ni del turismo; su potencial es real en logística, información y eficiencia. El problema aparece cuando se convierte en piloto automático completo. Para Labourt, el desafío es mantener viva la tensión entre lo tecnológico y lo humano en el diseño de viajes.

Si priorizamos siempre el rendimiento, la velocidad o la comodidad, corremos el riesgo de vaciar lo simbólico del viaje. Pero si integras variables emocionales —sensibilidad, pausa, respiración—, el algoritmo puede convertirse en un aliado, no en un dictador del recorrido.

Este artículo resume algunas de las reflexiones centrales que Javier Labourt compartió con BBC Travel sobre los peligros de dejar que la IA planifique tu viaje. Podés leer el artículo completo haciendo clic aquí.

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